domingo, 25 de octubre de 2009

ESTACIÓN DE TRÁNSITO

Estación de tránsito es una novela escrita por Clifford D. Simak en 1963 y ganadora del Premio Hugo 1964 (en honor a Hugo Gernsback: fundador de Amazing Stories en 1926 y quien acuñó el término ciencia ficción).

Nos plantea una historia donde la Tierra sirve como una estación de tránsito extraterrestre. Nadie en el mundo lo sabe; han cuidado todos los detalles y, sobre todo, han escogido a la persona ideal.
Enoch Wallace era un chico normal. Fue a la guerra; regresó y ahora se encarga de la moribunda granja familiar. Solía mirar las estrellas buscando explicaciones. Su vida se extinguía sin sentido hasta ese día en que vió aquél forastero que le trajo una propuesta.

Su granja sería ocupada como estación de tránsito. Se encargaría de manipular las máquinas para que se llevara adecuadamente la transportación, así como de atender a los visitantes por el tiempo que durara la escala. Ellos tendrían prohíbido salir de la granja, sólo estarían de paso. Ellos hicieron las adecuaciones de tal manera que la fachada seguiría siendo la misma granja de siempre. A Enoch lo recompensarían con un gran regalo: mientras estuviera dentro de la granja, no envejecería.

Esta idea es sumamente interesante. ¿Qué haríamos si nos ofreciesen semejante regalo? ¿Saldríamos? ¿Cuántas horas? Enoch no necesitaba salir, ellos le proporcionaban lo necesario para sobrevivir. Aún así, salía una hora al día a recorrer los montes, el río... y a esperar al viejo cartero que le trajera revistas y comida humana.

Enoch no estaba arrepentido de su decisión, la había aceptado. Durante el paso de los años había platicado con visitantes de diferentes estrellas aprendiendo cosas que nunca se le hubiesen ocurrido. Llevaba apuntes de todos los visitantes y pláticas. Reunía elementos para responder sus propias preguntas.

La gente (poca) tenía ciertas dudas, pues Enoch debería tener 150 años y apenas aparentaba 30; pero cada quien se ocupaba de sus problemas. Hasta que un agente de la CIA comenzó a husmear.

Los elementos futurísticos, tecnológicos y fantásticos sólo son la escenografía para reflexionar acerca de temas angustiantes como lo son la muerte y la soledad.
Enoch es un ermitaño, destinado a morir solo. Cree que realizando sus tareas algún día aceptarían a la Tierra dentro de su grupo. Esto lo llenaba de esperanza porque cuando eso pasara, se acabarían las guerras.

Así pasó los años hasta que ciertos acontecimientos pusieron al descubierto su fragilidad. No podía evitar seguir siendo humano.

"En pie allí, a los rayos ponientes de postrimerías del estío, estremecióse a un aire frío que pareció estar soplando de alguna ignota dimensión de irrealidad, preguntándose por vez primera (por primera vez se había, visto obligado a preguntárselo) qué clase de hombre era él. ¿Un hombre encantado que debía pasar la vida ni completamente extranjero ni completamente humano, que dividía las lealtades, con viejos fantasmas para recorrer los años y millas con él, cualquiera que fuese la vida que escogiera, la de la Tierra o la de las estrellas? ¿Un mestizo cultural, no comprendiendo ni a la Tierra ni a las estrellas, teniendo una deuda con ambas, pero no pagando ninguna? ¿Un sin hogar, una criatura errante que no podía reconocer la verdad de la mentira, habiendo visto tan diferentes (y lógicas) versiones de ambas?
Había subido la loma sobre el manantial, sintiendo el optimista calor interno de una humanidad recuperada, miembro de la raza humana otra vez, unido en una conspiración pueril con un equipo humano. Pero, ¿podía calificarse como humano...? Y si lo hacía, o trataba de hacerlo, ¿qué era entonces de los cien años de fidelidad a la Central Galáctica? ¿Podía, aunque quisiera, calificarse como humano?
Atravesó lentamente la desportillada entrada, con los interrogantes aporreándole aún el cerebro, aquel gran e incesante flujo de preguntas, para las cuales no había respuesta. Mas eso era falso – pensó -. No es que no hubiera respuesta alguna, sino que las había demasiadas."

Excelente novela que, además de maravillarnos con la posibilidad de hacer contacto con las demás especies estelares, desnuda los miedos que nos persiguen.

Se cree que la ciencia ficción sólo trata de robots y futuros lejanos totalmente deshumanizados, pero no, las sensaciones humanas siempre están presentes. Aborda temas pesados y oscuros desde una perspectiva fantástica.

En lo personal, si me gustaría vivir mucho más de lo que -a la fecha- podemos vivir; por lo que me identifiqué inmediatamente con Enoch.

Podremos estar rodeados de especies terrestres y extraterrestres, pero al final, sólo estaremos con nosotros mismos.


Clifford Donald Simak (3 de agosto de 1904- 25 de abril de 1988): periodista y escritor de ciencia ficción nacido en Millville, Wisconsin (EE. UU.).

1 comentario:

  1. No es que no hubiera respuestas sino que había demasiadas... guau. Si ya de por sí con Ciudad quedé bien impresionada no me imagino que pasará cuando lea esta novela.
    No sé si me gustaría vivir más tiempo, me conformo con que los años venideros estén bien vividos.

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