jueves, 28 de mayo de 2009

ROCKDRIGO 03

Ahora es el turno de uno de los cuentos cortos del gran Rockdrigo González:

AZAR

El conteo llegó al final y la nave salió como sacudiéndose el humo; los dedos petrificados en los botones y se enmudecían los ojos que se estacionaban en la larga pantalla de la expectativa; las calles permanecían silenciosas, solamente se oía el sonido de las televisiones y de perros perdidos. Pudiera ser que algún extraño rasguño del azar desequilibrara el navegante mecánico, pero todo había estado tan bien calculado y medido que no se temía por ninguna historia de llantos o asombro. Los botones se prendían y apagaban y diversos sonidos se confundían con esa extrañeza de ver las nubes, en su proceso de formación en el fluido paso del día a la noche. “Había algo que no estaba bien” pensaba extrañado el número 1 mientras los botones continuaban su golpeteo. El número 3 empezó a sentirse confundido e irreal.

Se observaron desesperados, no entendiendo por qué aún no salían de la atmósfera, allá con las estrellas; mirando hacia abajo, vieron con incredulidad cómo se transformaba la base en su desarrollo arquitectónico, hasta irse yendo, hasta que no había nada, tan sólo la vigilante selva; entonces empezaron a preguntarse qué pasaba, moviendo las manos como tratando de agarrar el tiempo.

En su eterno rodar, el planeta dejaba estupefactos a los plateados astronautas, quienes desde ese extraño lugar, incomprensible a su mente, veían la reversión de la edad madura a la nada de las culturas y civilizaciones, de todas las formas vivientes y colores exhaustos de lo incomprensible. Los astronautas se fueron en una nube de imaginaciones y, así, silencioso el número 2 escribía unos recuerdos del loco del callejón número 6, ya era algo de dar miedo, decía con perezosos movimientos el número 1. Estaban llegando a la época en que comenzaba la vida y los pensamientos pálidos dibujaban sus rostros de olores y lejanos infinitos sin regreso; el número 2 empezó a deletrear algo, cuando el planeta era apenas una masa informe de fuego y explosiones de gases y sustancias líquidas; como los pensamientos del número 2, que sólo sonreía impasible e indiferente entre aparatos de oxígeno y los marcadores sin sentido. El número 2 leía acerca de que en una historia de su pasado, alguien le había hablado, en una noche de galaxias y diamantes, sobre incomprensibles ranuras en el tiempo y el espacio que llevaban a leyendas sin regreso y olvido.

Las explosiones de los elementos y formas en el espacio, alumbraban la cara de los astronautas que, como queriendo recordar los festejos terrestres, no miraban a ninguna parte, sólo fue, en ese momento indiferente en que el universo desapareció, cuando el número 1, resbalando una lágrima, se dio cuenta de que jamás volvería ese tiempo inexistente, que seguirían regresando sin detenerse, en esa cápsula de sueños y olvidos, mientras que en algún lugar del tiempo, cantaban las aves sencillas melodías, sonriendo la gente, con pequeñas historias de valles y brisas marinas.

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